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Sentir miedo ante la visita al dentista es más habitual de lo que pensamos. Existen diferentes grados, y no todos los casos son iguales.
 
Hay determinadas personas que se sienten literalmente incapaces de sentarse en el sillón del dentista debido al miedo o ansiedad que ello les provoca. En estos casos, se puede afirmar que el paciente padece odontofobia.
A pesar de que es algo más frecuente en niños, la odontofobia es un miedo mucho más común de lo que parece en personas de edad adulta. 
 
Es en estas ocasiones cuando se debe poner especial atención a solucionar el problema, ya que, si vamos dejando pasar el tiempo, y no acudimos al dentista por causa de ese miedo intrínseco, los problemas dentales pueden empeorar.
 
Las personas con odontofobia suelen tener miedo a cualquier tratamiento invasivo. Como inyecciones, cirugía o anestesia. Algunos incluso lo relacionan con la sensación de ahogo, cuando saben que les van a introducir objetos en la boca. 
 
Varios estudios relacionan el miedo al dentista con la fobia a la sangre y al dolor. El dolor incluso provoca que los pacientes tensen la musculatura facial.
 
Causas de la Odontofobia (miedo al dentista)
Es un problema más bien psicológico que puede estar provocado por muchos factores. El más habitual es el miedo al dolor que el paciente espera experimentar. 
En muchos otros casos, el origen de este miedo es una experiencia traumática anterior, pero también puede deberse a algún miedo derivado del instrumental que se emplea, al temor a la sangre que se produce de manera habitual cuando se realizan extracciones y otros tratamientos similares, o a cualquier otra causa que derive en estrés y miedo más o menos racional.
No obstante, también hay algunas personas que pueden desarrollar el miedo al dentista por una experiencia ajena a partir de casos que les han contado familiares o amigos.
En la actualidad, y gracias a los avances en odontología, la mayoría de tratamientos se realizan con las mínimas molestias, durante y después del tratamiento. 
Para evitar las molestias o el dolor posterior, se recetan analgésicos. Además, durante el tratamiento, el uso de anestesia y de la sedación consciente ha permitido a los especialistas realizar los tratamientos con un mayor confort para el paciente.
 
¿Cómo tratarlo o combatirlo?
En el caso de los niños, la odontofobia tiene su origen en el desconocimiento habitual a edades tempranas de qué es lo que ocurre durante la visita al dentista. Por eso, es importante que desde pequeños se acerque a los niños al mundo odontológico a través de juegos para que entiendan la importancia en el mantenimiento de una correcta salud bucodental.
Ahora bien, en lo que respecta a los adultos, una de las terapias para superar este tipo de fobias es la exposición a la situación que provoca malestar. En el caso de la odontofobia se puede iniciar viendo vídeos sobre dentistas. Pasado el tiempo, se procederá a la exposición en vivo. 
 
También podría resultar útil enseñar al paciente técnicas de relajación. Todo este proceso conlleva tiempo y paciencia. Es importante establecer una relación de confianza con el dentista. Además,  hoy en día, las clínicas dentales cuentan con profesionales capaces de hacer frente a este tipo de problemas.  
Dicho esto, para los adultos que padecen esta fobia, lo mejor para acabar con este miedo es dar el primer paso y acudir al dentista periódicamente. Puede ser muy difícil, pero no imposible. Una vez que demos ese paso, sentiremos una gran satisfacción interior y personal con nosotros mismos, además de un gran alivio. 
De todos modos, a continuación os dejamos una serie de pautas a seguir que os podrán a ayudar.
 
Consejos para vencer el miedo al dentista
 
Busca un dentista comprensivo y cercano
Consulta a amigos o familiares, e infórmate acerca del especialista que te recomienden. Es importante que el dentista que escojas tenga experiencia en casos de pacientes con ansiedad y miedo al dentista.
A su vez, te debe transmitir tranquilidad y proporcionarte unas características y cualidades de ser un profesional de calidad y confianza. Como pueden ser por ejemplo:
La formación 
Un odontólogo formado, con certificaciones y titulaciones en universidades de prestigio y formación reconocida por el colegio de odontólogos y estomatólogos genera la confianza propia que le damos a quien es experto en su área.
La experiencia
Es una cuestión importante que debes valorar si padeces de odontofobia. Ponerte en manos de un profesional de reconocido prestigio, que haya tratado con éxito a multitud de pacientes, ayuda a la hora de olvidarse de los miedos a los que nos podemos enfrentar cuando estamos sentados en la silla de consulta.
Uso de materiales de calidad 
El instrumental, las técnicas más novedosas y el buen mantenimiento de la consulta son algunos de los detalles en los que debes fijarte para dejar de lado la odontofobia. Si están en perfecto estado y se ven cuidados, existe un plus de confianza y seguridad a tener en cuenta.
 
Visita la clínica antes de concertar tu cita
Para familiarizarte con el dentista, acude a la clínica antes de la visita. De esta manera podrás reconocer el terreno y no te sentirás tan incómodo como si acudieras por primera vez. En ese momento, puedes indicar al personal que sientes ansiedad, así estarán al tanto y podrán ayudarte a relajarte.
Tanto el odontólogo como la clínica, deben inspirarte confianza. Habituarse con el lugar antes de la primera visita, y conocer el ambiente tranquilo en el que se trata a los pacientes te ayudará a relajarte.
 
Pide cita a primera hora de la mañana
Puede parecer poco relevante, pero la verdad, es importante que si tienes miedo a acudir al dentista programes tus visitas a primera hora de la mañana. 
Es recomendable que no tengas que esperar mucho tiempo. De este modo, evitas la indeseable idea de acumular ansiedad durante el día. Porque durante la espera, empezarás a darle vueltas a la cabeza, y esto te generará ansiedad. 
Además, no acudas antes de tiempo a tu cita, porque la espera puede elevar tus niveles de ansiedad. Es preferible que llegues justo a la hora que te han citado.
 
Acude a tu consulta acompañado de un conocido
Si acudes a la clínica dental con un conocido, el proceso será más amistoso. Podrás relajarte mientras hablas con tu amigo, familiar o conocido, alejando así el miedo de tu mente. Por otro lado, tu amigo te podrá ayudar a que relativices la situación y rebajes el nivel de ansiedad.
No importa tu edad ni el tratamiento que quieras realizarte. Si padeces de odontofobia puedes acudir acompañado para sentirte más seguro. Además de ayudarte a pensar en otra cosa, estará a tu lado por si lo necesitas.
 
Comenta tus miedos y dudas al profesional
Durante tu visita al dentista, es bueno que te sinceres con él, y le expliques cómo te sientes. De esta manera, el especialista podrá ayudarte a sobrellevar la situación, y tendrá en cuenta esto a la hora de planificar y llevar a cabo el tratamiento.
Es cierto que, en muchas ocasiones, la desinformación es el gran causante de los miedos. Por ello, si padeces pánico a los tratamientos que realizan los dentistas o a las consecuencias de cualquiera de los tratamientos orales, es esencial que preguntes todas tus dudas y resuelvas todas tus incertidumbres. 
Ya verás como creando un clima de confianza con el profesional el miedo a ponerte en sus manos es mucho menor.
 
Procura estar relajado
Durante la espera previa y también mientras estás en consulta, practica técnicas de distracción y relajación que te ayuden a olvidarte del lugar en el que estás. Por ejemplo, llévate alguna música que te guste y te relaje mientras esperas, lee algún libro… Una vez dentro de la consulta, respira profundamente y piensa en momentos que te sirvan para evadirte.
 
Toma alguna medicación para relajarte
Si el punto anterior no es suficiente y no consigues controlar tus miedos, consulta con tu dentista si el tratamiento que te vas a realizar es compatible con el uso de algún medicamento relajante, y, en caso afirmativo, pregúntale qué medicación puedes tomar antes de la visita para reducir los niveles de ansiedad. 
Esto te ayudará a sentirte más tranquilo y facilitará el trabajo del especialista mientras realiza el tratamiento planificado.
Otra opción es probar remedios naturales como la valeriana o cualquier otro método que te recomiende un profesional para disminuir tus niveles de estrés y miedo al acudir al dentista.
 
Acuerda un gesto de alerta con tu dentista
En los casos en los que el tratamiento a llevar a cabo sea complejo y largo, es bueno que antes de comenzar acuerdes con tu dentista un gesto que le alertará de que estás incómodo o sientes dolor. De cualquier modo, por lo general, será tu propio dentista quien te comente este aspecto, simplemente recuérdalo, en caso de que se le pudiera pasar a él.
 
Comienza con un tratamiento más sencillo
Para comenzar a coger confianza con tu dentista, es bueno que el primer tratamiento que te realices sea sencillo. Por ejemplo, una revisión completa o una limpieza bucal antes de plantearte realizar extracciones, implantes dentales o cirugías, entre otros. Así poco a poco irás relajándote para las siguientes visitas.
 
No dejes pasar tus visitas
La terapia de choque también funciona, es decir, planificar revisiones con regularidad no solo es aconsejable para tu boca; sino también, para tu trastorno. Una vez que te hayas acostumbrado, te darás cuenta de que ese temor no tiene razón de ser.
Por lo tanto, es muy importante acudir al odontólogo para realizarse revisiones de manera periódica, ya que si sólo lo visitamos cuando tenemos dolor, es habitual que asociemos a este profesional con una mala experiencia y padezcamos odontofobia durante años.
 
Solicita la opción de tratamientos con sedación
Hoy en día, para tratamientos largos o complejos, son muchas las clínicas que utilizan métodos de relajación e inhibición del dolor como la sedación consciente. 
Para los casos de odontofobia más graves, existe esta técnica que facilita la relajación vía intravenosa o inhalatoria. Se trata de una opción eficaz en la que el paciente no pierde el conocimiento durante las intervenciones.
Además, es un servicio indoloro, y te ayudará a acabar con los malos ratos que creas que puedes pasar cuando tengas que someterte a algún tratamiento.