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Seguramente muchos de vosotros los habéis padecido o visto en algún familiar o amigo. Los flemones dentales son uno de los problemas bucales más frecuentes y dolorosos. Se trata de una acumulación de pus o de material infectado que se produce junto a un diente o una muela cuya raíz ha quedado afectada por una infección bacteriana que no encuentra salida, creando así una molesta inflamación que es lo que llamamos flemón dental.

Según la revista digital Muy Saludable, las principales causas pueden ser una necrosis, provocada por una caries profunda; un traumatismo que lesiona el tejido interior de la raíz o una patología infecciosa procedente del tejido que rodea el diente.

Los síntomas que acompañan al flemón son: dolor, inflamación, mal aliento y sensibilidad dental. Con estos factores se puede detectar la presencia de un flemón de forma rápida y se debe acudir de inmediato al dentista para que frene pronto su avance y así poner un tratamiento.

Lo primero será la prescripción de antiinflamatorios y antibióticos para aliviar el dolor y la inflamación. Tras la eliminación de la infección, se realizará un empaste o una endodoncia y por último, será imprescindible tratar la causa que lo ha provocado para que no vuelva la infección, empezando por una correcta higiene bucal y siguiendo con las revisiones periódicas al dentista.